Hasta luego



Me voy de vacaciones. Este año he decidido que pasaré todo el mes enseñando a los funcionarios de países en vías de desarrollo los procedimientos administrativos, grapar documentos, fotocopiar de forma automática, ordenar alfabéticamente (si me queda tiempo también lo haré cronológicamente), salir a tomar café, encadenar días de asuntos propios con puentes para convertir las semanas en vacaciones, etc. O sea, compartir mis experiencias vitales con el Tercer Mundo. Lo haré en condiciones precarias y poniendo en riesgo mi salud. Todo sea por el bien de la humanidad.
Bueno me estoy marcando un farol. La verdad es que prefiero no contaros lo que haré en mis vacaciones para no herir la sensibilidad ni daros motivos para pedir la baja de este blog por contener material inapropiado. Mejor pensad en lo de las vacaciones solidarias.
Llegados a este punto:
1.- Repito la viñeta que utilicé hace unos días porque supuso un récord en el número de visitas y también en el número de correos insultándome por la "falta de respeto y mal gusto" con los funcionarios. Todavía hay muchos que siguen sin enterarse que este blog lo hace un funcionario. Y de camino vuelvo a tocarle las pelotas

2.- Como en las próximas semanas millones de personas pasarán por este rincón suplico ayuda de rodillas. Quiero introducir algunas cosas en el blog y no consigo hacerlo por más que lo intento: ¿cómo meto una canción, un vídeo o más pastillas de blogs como bitacoras.com?


Una deliciosa y fresquita piña colada a vuestra salud.

California-Huelva


Un día cualquiera. Primera hora de la mañana. Suena el telefóno, al otro lado la prima de Pocholo o Borjamari. Llama desde una chachi-mega-chupi-guay-asesoría de postín para conocer la deuda de un vehículo. Mu puesta ella, "que además somos un prestigioso bufé de abogados". Bien, por ahora bien. El procedimiento para ver esta información es muy sencillo: programita correspondiente y la matrícula. Todo listo en 0,2 segundos y un esfuerzo mental de -3. Una buena forma de pasar el rato. "Toma la matrícula: Madrid-0000-California-Huelva". Tecleo en el ordenata: M-0000-CH. Sorpresa, comienza a subir mi nivel de estrés: no encuentro el vehículo de Pochola. "Un momento, voy a comprobar otros datos" o lo que es igual: vuelvo a escribir la matrícula por si he cometido algún error (sí, aunque parezca increible los funcionarios también nos equivocamos).Nada, no sale el coche. "Anda, repítame la matrícula". Idem, "Madrid-0000-California-Huelva". Sigue sin aparecer. Al otro lado del teléfono la reputada abogada-asesora-telefonista-matriculera empieza a ponerse hostil y su voz comienza a parecerse a la de Jesulín. Un tonito que suena a "este gilipollas de funcionario no se entera". No encuentro el coche en ninguna base de datos y ella jura por sus muertos y Versace que el coche está matriculado y circulando en mi ciudad. Como soy un funcionario cabezota le pido el teléfono, "para seguir buscando el coche" y devolverle la llamada lo antes posible.

El puñetero coche no aparece. Sólo me faltó llamar a la bruja Lola para que me lo buscara en su bola de cristal.

La llamo y digo: "uf, lo siento, pero no encuentro el M-0000-CH"- Silencio. Pasan unos segundos y me suelta una perlita digna de su chachi bufé: "claro, no aparece porque te has equivocado, yo te he dicho M-0000-CU" ¡Claro!, lo vi cristalino, ahora Huelva se escribe "Uelva". Lo peor de todo es que se lo dije y por más que le expliqué que Huelva aún conservaba la hache no logró entender lo que le decía.

Y a mi se me quedó la misma cara que al mono.

La patrona de los contribuyentes


Quienes atendemos a los ciudadanos para ofrecerles información sobre el pago de sus impuestos, cartas de pago, notificaciones de embargo y apremios solemos encontrarnos con una actitud hostil y tres grandes sentencias: "pues en el pueblo de al lado no se pagan tantos impuestos", "¿me está diciendo que debo un recibo? le juro que yo lo he pagado todo", "¿comorrrrr, que debo cuatro años de impuestos? ¡pero si ustedes no me han dicho nada, eso es su culpa, no pienso pagar nada!". En fin, una conciencia ciudadana "envidiable". Las combinaciones de improperios, sapos y culebras son prácticamente ilimitadas y tendrán un hueco en este blog, aunque os aseguro que a veces me esfuerzo en buscar la cámara oculta en cada botón del sufrido ciudadano-contribuyente.
Primera hora de la mañana, todos los sentidos puestos en el vecino que ha decidido abandonar su jornada laboral para acercarse a su ayuntamiento a que le den el "sablazo" (otra expresión muy común), "por favor tome asiento,¿en qué le puedo ayudar?" Ni buenos días ni leches. Se sienta, saca su cartera y me planta sobre el teclado una estampa de la virgen del Rocío. "¿sabes quién es? ¿la conoces chaval?" Empiezo a fijarme en los botones, en mis compañeros (por si los veo descojonarse), en el vigilante que controla las cámaras. Aparentemente todo en orden. Me enfrento a un difícil reto. El hombre tiene medio cuerpo sobre mi mesa y sigue agarrando la estampita mientras me la planta delante de mis narices. Técnicamente sólo reconozco a Santa Rita, mi querida patrona, pero muchos años frente al televisor viendo como se dan leches por estar bajo la Blanca Paloma me dan la clave, "¿¡laaaaaaaaaaaaa Virgen del Rocío?!" Genial, prueba superada. Por su expresión había pasado el primer acertijo. A partir de ese momento cambió a un tono más que familiar, "muy bien, ya veo que la conoces y que eres un devoto. Pues yo soy de la hermandad". Esta vez me agaché y miré bajo la mesa, ¿me estarán grabando para un programa de radio?. Preferí no abrir la boca. Y al cabo de unos segundos no pude evitar soltar "¿Y bien?". Lo cierto es que todo era de lo más "normal", aquel hombre venía a por su recibos y quería que le hiciera una "rebajita" por ser devoto de la Virgen de El Rocío. Manda narices. Afortunadamente mi segundo patrón es Bill Gates, "ufffff, a mi me encantaría, además a la Virgen la llevo muy dentro de mi, pero es que el ordenador no me lo permite, el sistema me lo impide". Al hombre le pareció una gran respuesta, tanto que cuando le di las cartas de pago se abalanzó para mi y me abrazó. Creo que ya somos hermanos rocieros.